“No conozco Tucumán, pero la tengo mil veces caminada”, dice Alejandro Guillermet para significar el grado de importancia que la obra de Atahualpa Yupanqui tiene en su vida. El vecino de Longchamps es el mayo coleccionista de la obra yupanquiana y es también el guardián de sus secretos: a su cargo tiene el archivo personal de esa figura angular de la cultura argentina, fallecido hace 26 años en Francia.
En una charla con Brown On Line, Alejandro repasa la obra del autor de El payador perseguido, fallecido el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia, a quien llegó arrastrado por su pasión por el tango. Alejandro compró una colección tanguera donde escuchó una milonga interpretada por Don Ata: fue un camino sin retorno. “Me picó el bichito de Yupanqui”, dice.
Alejandro clasifica papeles y fotos, anotaciones, agendas, cartas enviadas, cartas recibidas, notas periodísticas y demás que el archivista de Longchamps ordena en el Espacio Cultural de la Organización de Estados Iberoamericanos, donde trabaja quitándole tiempo a su vida personal y donde ha curado una muestra fotográfica de Atahualpa.
Hace unos años trabajaba en la biblioteca de una escuela de Alejandro Korn, partido de San Vicente. Era la última escuela primaria del distrito y no tenía nombre. La directora le avisó que a él le tocaba la tarea: propuso llamarla Atahualpa Yupanqui.
“Él decía que el hombre es tierra que anda, que el hombre es parte del paisaje”. Tal vez por eso es que Alejandro aconsejó no hacerle un monumento al autor de Piedra y camino sino imprimir su obra y repartirla para que los chicos de nuestro país sepan quién era, qué sentía, qué pensaba y qué cantaba Atahualpa. “Su gran deseo fue volverse anónimo, que se canten sus canciones sin que sepan que fueran de él. Y que se siga haciendo la música de la tierra de uno”.
“Yupanqui era un cultor de la amistad de los sabios y los sabios están en muchos lugares. Nunca hizo diferencias entre los hombres. Y como artista marcó con su nombre una elección de vida. Su carrera lo llevó a renunciamientos, como los de su primera familia, de la que no se desentendió, pero debió separarse para emprender el camino del canto. Atahualpa sabía hacer simple lo profundo.”
Foto: Juan M. Foglia