El 2 de mayo de 1982 la familia Rodríguez recibió un telegrama en su casa de Barrio Lindo, en Almirante Brown, que decía cinco palabras: “Estoy bien, estoy en Malvinas”. Lo firmaba Macedio Rodríguez, un joven que a los 19 años y tras terminar la conscripción recibió el llamado para presentarse en el Regimiento de Infantería Mecanizado N° 7 en La Plata. Y allá fue.
Macedonio Rodríguez combatió en Monte Longdon. Murió un día antes del fin de la guerra, el 13 de junio de 1982. Desde diciembre pasado es uno de los ya 90 cuerpos que fueron identificados y hoy descansa en Darwin, al fin, con nombre y apellido.
En Malvinas se vio frente a frente con los paracaidistas británicos, en Monte Longdon. Había nacido en San Luis del Palmar, Corrientes, en septiembre de 1962 y el frío de Malvinas le parecía algo incomprensible. Antes de cumplir un año, se mudó con su familia a Barrio Lindo, donde el joven, al que recuerdan por ser alegre, tuvo una infancia feliz.
Macedonio tocaba el acordeón, chamamés por supuesto, como manda la regla de los nacidos en su tierra. Y había formado un grupo familiar que portaba el apellido: “Los Hermanos Rodríguez”, con quienes animaba las fiestas familiares.
Era dúctil con las manos: además de digitar la acordeona, había aprendido a lustrar en la carpintería de un tío y conocía los rudimentos de la albañilería gracias a su padre.
“Estaba un poco ofuscado cuando el 31 de marzo lo llamaron para presentarse en el Regimiento”, cuenta su hermana, Eulogia. Ella, junto con sus hermanos Gladys y Gabriel, viajaron a Malvinas. “Encontrar la tumba de mi hermano con nombre y apellido es inexplicable”, dijo Eulogia. “Siento que restituirle el nombre es recuperar un derecho que tenemos todos. Ahora tal vez podamos hacer el duelo”, dice Eulogia.
El calvario de la familia
Sin información oficial del gobierno militar y ya firmada la rendición, la familia de Macedonio supo que el Regimiento 7 volvía de las islas y fueron a recibir allí a Macedonio. Esperaron en la puerta del cuartel con una pancarta: “Mace, acá estamos: ¡bienvenido!”, decía.
Nadie les había dicho que Macedonio había muerto en las islas y empezó entonces una tortuosa procesión: enfermo de cáncer, su padre Francisco fue a Campo de Mayo, pero no lo dejaron entrar porque no estaba vestido con corbata. Le prestaron una y regresó. Pero le negaron toda información. En otra repartición militar, a su madre, María Inés, la atendió un oficial que durante la conversación apoyó su arma sobre el escritorio.
Sus vecinos de Barrio Lindo juntaron peso por peso para que un hermano de Macedonio viajara al sur del país a buscarlo en los hospitales. Fue a Río Gallegos y a Puerto Madryn. Macedonio no estaba. Recién en diciembre de 1982 el Estado emitió la partida de defunción de Macedonio, que cayó en la Batalla de Monte Longdon. Su padre murió un año después.
Hoy el jardín de Infantes 923 de Burzaco lleva su nombre y en Rafael Calzada se lo recuerda también en la plaza dedicada a los combatientes. Macedonio es, por siempre, uno de los héroes de Almirante Brown caído en las Islas Malvinas.