Por Cintia Pereyra (*)
Comer no es solamente un acto fisiológico; comer es disfrutar, comer es reunirse con amigos, salir con tu pareja, compartir las fiestas de fin de año, etcétera. Si a un rejunte de actividades tan lindas las asociamos a la restricción, el malhumor y el malestar, entonces pierde el verdadero valor.
Hoy en día, y ojalá sea el puntapié inicial para dar un paso hacia la calidad alimentaria que todos merecemos, hacer dieta perdió valor; ganan los hábitos alimentarios saludables.
Es que la dieta forma parte de un círculo vicioso que genera entre otras cosas rebotes de peso, simplemente asociado al constante método de restricción de alimentos que no perdura de por vida, generando una incorporación a corto, mediano o largo plazo que genera un aumento de peso. Subestimamos mucho al organismo.
Hacer dieta vuelve a un ser dependiente del número que observa en la balanza, limita a quien la hace en el ámbito social y lo vuelve menos activo ya que la energía no es la misma. Los hábitos alimentarios son parte de la educación que transforma a las personas en seres capaces de alimentarse de forma saludable en cualquier ámbito de por vida, no de forma temporal.
El secreto se encuentra en adaptar las porciones a la rutina diaria considerando todos los datos que cada persona tiene en particular (sí tiene alguna alergia, colesterol elevado, diabetes, entre otras) y eso es trabajo que debes realizar con un profesional. El mercado se encuentra colmado de productos que prometen magia. Pero nadie se responsabiliza después de lo que vaya a ocurrir por efecto de su consumo.
Ser consumidores conscientes brinda las herramientas para cuestionar que es lo que quieren vendernos y por qué se niegan a enseñarte a comer. Aprender es parte del camino alimentario hacia una vida saludable.
Cintia Pereyra – Licenciada Nutricionista
MN 8240 MP 3471
Correo: nutri.pereyra@gmail.com