La industria argentina sigue sufriendo el impacto de la recesión y la apertura indiscriminada de importaciones. En las últimas horas, dos importantes firmas anunciaron el cierre de sus plantas. Se trata de la fabricante de ropa deportiva Puma y de la productora de manzanas Moño Azul.
“Las medidas macro y micro económicas de la Nación como la apertura de la importación en el rubro textil y del calzado, la falta de controles en las fronteras, el contrabando y la falta de consumo que existe en la población, nos han llevado a esta situación extrema, en las que los perjudicados son la clase trabajadora”, se quejó el ministro de Gobierno riojano, Claudio Saul.
Además de los 70 despidos en Sanagasta, Unisol-Puma se desprenderá de 40 trabajadores de su planta de Chilecito y otros 30 en la capital provincial. Desde el año pasado, la firma viene aplicando suspensiones, despidos y vacaciones adelantadas.
La manzana de la discordia
En las últimas horas también se conoció el cierre de una planta de la productora y empaquetadora de manzanas Moño Azul en la localidad rionegrina de General Roca, afectada por la crisis del sector frutícola. El cierre de la planta de frío en Roca implica el despido de 30 empleados. Además de esta planta que ya ha dejado de operar, la marca tiene otras instalaciones donde empaqueta y conservada las frutas en cámaras frigoríficas propias en Villa Regina, Centenario y Vista Alegre Norte, en Río Negro.
Ahora, el sindicato que representa a los trabajadores comenzó a discutir con la compañía las condiciones de los despidos, dado que la firma estaría dispuesta a pagar entre el 30% y 60% de la indemnización que por ley les corresponde. Se trataría de una suma fija a ser dividida entre todos los operarios, aunque el gremio la rechazará.
Este caso se suma al de la empresa belga Expofrut que a finales de 2016 cerró dos plantas de empaque en las ciudades de General Roca y Allen, hechos por los que despidió a unos 260 trabajadores. Con el cierre de esas dos plantas, las cesantías alcanzaron a diciembre de 2016 a unas 1.080 personas en el sector frutícola del Alto Valle rionegrino, donde las empaquetadoras dicen que trabajan sin rentabilidad.