Dejó escrito libros que marcaron la literatura argentina y gracias a los cuales Ricardo Piglia tiene asegurado su lugar en el alto cielo de los escritores. En Respiración Artificial, publicada en 1980 por Pomaire, narra las desventuras de un joven escritor llamado Emilio Renzi, que funciona en un tono autobiográfico incluso desde el mismo nombre: Emilio era el segundo nombre de Piglia y Renzi era su segundo apellido.
Piglia nació en Adrogué, provincia de Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1940. Tras la caída del presidente Juan Domingo Perón, en 1955, su padre estuvo un año preso por defender el gobierno peronista. Una vez libre, decidí mudar a la familia a Mar del Plata.
En ese exilio cercano, el joven Piglia comenzó a delinear un estilo literario inconfundible que lo acompañó hasta el último día de su vida que lo encontró, a sus 75 años, en Buenos Aires donde había pasado sus últimos meses a causa de una esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que afectó a sus músculos pero no le quitó la lucidez intelectual y creativa.
Lector, crítico, editor, guionista, profesor de literatura y autor de una obra prolífica y reconocida: publicó los volúmenes de cuentos La invasión (1967), premiado por Casa de las Américas; Nombre falso (1975), Prisión perpetua (1988) y Cuentos morales (1995); las novelas Respiración artificial (1980), La ciudad ausente (1992), Plata quemada (1997), Blanco nocturno (2010) y El camino de Ida (2013); y los ensayos Crítica y ficción (1986), Formas breves (1999) y El último lector (2005). Fue distinguido con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (Chile, 2005), el Premio de la Crítica (España, 2010), el Rómulo Gallegos (Venezuela, 2011), el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas (Chile, 2013) y el Konex de Brillante (Argentina, 2014), entre otros.
Además de dar clases en la Universidad de Buenos Aires y en varias universidades norteamericanas –Harvard y Princeton–, protagonizó dos programas en la Televisión Pública: Escenas de la novela argentina (2012) y Borges por Piglia (2013).
Conocida la noticia de su muerta, escritores, críticos, periodistas, historiadores y cineastas recordaron al escritor y lo calificaron como “un maestro” y una figura clave para entender la literatura argentina.
También desde la Municipalidad de Almirante Brown expresaron su profundo pesar por el fallecimiento del escritor y vecino de Adrogué. “Su enfermedad no dañó su gran lucidez intelectual y creativa”, indicó la comuna browniana.