Los que se toman vacaciones en febrero o pueden escaparse un fin de semana a menos de dos horas de Capital Federal y del del conurbano, tienen cuatro pueblitos rurales encantadores que ofrecen una escapada perfecta para quienes buscan tranquilidad, historia y buena gastronomía. A continuación, se detallan algunos de los más destacados.
Azcuénaga: historia y bodegones con encanto
Ubicado en el partido de San Andrés de Giles, este pintoresco pueblo nació con la llegada del ferrocarril en 1880. Sus calles de tierra, la antigua estación de tren y la Capilla Nuestra Señora del Rosario evocan otra época. Hoy en día, Azcuénaga es un destino ideal para los amantes de la buena mesa, con bodegones que ofrecen platos típicos en un ambiente cálido y tradicional.
Vagues: un paraje detenido en el tiempo
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uy cerca de San Antonio de Areco, Vagues es un rincón rural con menos de cien habitantes que enamora por su serenidad. Sus calles arboladas y la estación de tren convertida en museo refuerzan su aire nostálgico. Para quienes buscan una experiencia distinta, es posible alojarse en antiguos vagones ferroviarios acondicionados como cabañas, agregando un toque único a la visita.V
Uribelarrea: sabor y arquitectura con aire europeo
Fundado en 1890, Uribelarrea es famoso por su gastronomía, especialmente por sus quesos y embutidos artesanales. Su arquitectura de inspiración europea y su ambiente sereno lo convierten en un destino ideal para recorrer sin prisa. Además, cada año es sede de la Fiesta de la Cerveza Artesanal, un evento imperdible para los amantes de esta bebida. Carlos Keen: tradición y gastronomía
Villa Ruiz: la esencia del campo bonaerense
Este pueblo cercano a la ciudad se destaca por su tranquilidad y sus paisajes naturales. Con construcciones históricas y calles que invitan a recorrerlas sin apuro, Villa Ruiz es ideal para quienes desean relajarse y desconectarse de la rutina sin alejarse demasiado de Buenos Aires.