Fundado el 12 de octubre de 1865, Glew es una de las localidades más antiguas del partido de Almirante Brown, pues existe como tal incluso antes de la fundación del distrito, que este año cumplió 150 años.
Desde Alemania hasta Glew: los inmigrantes. Al cabo de la Primera Guerra Mundial llegó una inmensa colonia alemana a Glew, que dejó su marca en los muchos árboles que caracterizan la zona por ellos elegida. En 1960 llega a la ciudad -por entonces declarada pueblo- otra corriente migratoria: los japoneses que se ubican en el límite con el partido de San Vicente.
Juan Glew: vine, fundé, me fui. El 18 de marzo de 1865 Juan Glew vendió una fracción del terreno que había comprado 7 años atrás y los cedió para la vía y la estación del Ferrocarril del Sud. En la mañana del 14 de agosto de 1865 a las 10.05 se detuvo el primer tren. Glew desapareció sin dejar rastro alguno de su siguiente ubicación o, en su defecto, la última. Se supo que murió en 1880 y sus hijos vendieron el resto de sus tierras: era el nacimiento de la ciudad.
El pueblo que casi cambia de nombre. Sus primero dueños llamaron a este lugar como New Caledonian. Desaparecido don Juan Glew, la vieja estancia dejó paso a las vías férreas y y se fue dividiendo en las parcelas que dieron origen al pueblo. Los cinco hijos de Glew eran menores de edad y tres de ellos se quedaron , en la repartida, con las tierras. Una parte del campo dio origen a la primera formación del pueblo, hoy llamado “Pueblo Viejo,” comprendido entre las vías y el camino general a la Capital Federal (hoy ruta provincial 210). Esta fracción de terreno apareció con el nombre de “Pueblo de Cambaceres” después del fallecimiento del legislador Antonio Cambaceres, que en un principio alquilaba las tierras de Glew y montó en el lugar un establecimiento de campo. Es probable que, en homenaje al legislador, los martilleros denominaron con su nombre los terrenos que lotearon.
Raúl Soldi, alumbrado con velas. Subido a los andamios, en las alturas, con los pinceles atados a la cintura y velas para iluminar los detalles, Raúl Soldi pintó un total de 11 frescos y dos óleos en los que plasmó escenas religiosas en la Capilla Santa Ana. Una de las curiosidades de esta singular obra es que en las representaciones el artista incluyó paisajes y hasta reconocibles personajes de Glew Por ejemplo, en el fresco El Coro, la figura de Santa Ana es una conocida vecina que cantaba en el coro de la iglesia.
Tierra de escoseses. En 1825 la Familia de Santiago Rodger, oriunda de Escocia, desembarca en Buenos Aires junto a 200 colonos del mismo origen y compra a doña María Martínez un predio de campo. Inician las actividades agrícola ganaderas en el establecimiento que llaman New Caledonian.