A lo largo de los años muchas mujeres que lucharon por sus ideas y sus derechos y formaron partes de procesos únicos e históricos, no fueron reconocidas ni nombradas en los textos oficiales por un largo período. Por eso, en el Día de la Independencia, aquí va una pequeña honra a tres mujeres que se involucraron por nuestra independencia de la Corona Española.
Juana Azurduy, la heroína de la independencia
Nació el 12 de julio de 1780 en Toroca, una población ubicada en el norte de Potosí, Bolivia, perteneciente al Virreinato del Río de la Plata. Mientras su padre trabajaba en el campo, ella lo ayudaba y aprendía también. Así entró en contacto con los pobladores originarios de su tierra, aprendiendo el idioma quichua y el aymara. Sin embargo, quedó huérfana siendo joven y, en 1805, a sus 25 años se casó y luego tuvo cinco hijos.
En 1809, luego de que estallara la revolución independentista de Chuquisaca, un 25 de mayo, tanto Juana como su esposo se unieron a los ejércitos populares y ayudaron a destituir al gobernador y a formar una junta de gobierno que duraría hasta 1810, cuando las tropas realistas vencieron a los revolucionarios.
A partir de ese entonces, a través de una organización conocida como “Los Leales”, el matrimonio combatió contra imperio español destacándose especialmente Juana por su valentía y su capacidad de mando, hecho que le valió nombramiento de teniente coronel, en el verano de 1816, y la entrega simbólica de un sable por las tropas enviadas desde Buenos Aires con objetivo de liberar el Alto Perú.
María Remedios del Valle, la madre de la patria
Argentina de origen africano. Nació en 1766 en la capital del Virreinato del Río de la Plata. Ella no fue ama de casa, ni periodista, ni esposa de un político. Su vocación de servicio la llevó a realizar trabajos de enfermería para auxiliar a quienes defendieron la ciudad durante la segunda invasión inglesa en 1807.
Sin embargo, su espíritu patriótico la hizo ir más allá, incluso, para tomar las armas. Así lo hizo. Estuvo enlistada en distintas batallas como la de Tucumán, Salta y Ayohúma. Su marido y dos hijos no sobrevivieron a las guerras, pero ella continuó atendiendo a los heridos y arriesgando la vida por su tierra.
Fue Manuel Belgrano quien, deslumbrado por su compromiso, disciplina y lealtad, la nombró capitana de su ejército. Entre sus hazañas, se destacó por su gran fortaleza. Se sabe que fue herida de bala, hecha prisionera por los españoles y sometida como escarmiento a nueve días de azotes públicos que le dejaron cicatrices para el resto de su vida.
Mariquita Sánchez de Thompson, la feminista independentista
Fue una referente de las mujeres de la elite rioplatense. Una perspicaz observadora de la época que impulsó la educación femenina y colaboró financieramente con la revolución, siempre con una gran personalidad.
Durante su infancia forjó una relación con Juan Manuel de Rosas a través de un conocido en común. Para evitar la persecución por sus ideales, Mariquita se estableció en Uruguay en 1837. Desde allí, nunca dejó de escribir ni de exponer su punto de vista.
A su vuelta, participó de la sociedad de beneficencia y continuó luchando con un espíritu independentista, feminista y liberal, en contra de muchos de los principios culturales establecidos en la región rioplatense de fines del siglo XIX.