En el marco de una inspección ocular por el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, el subsecretario de Derechos Humanos Matías Moreno acompañó a sobrevivientes del centro clandestino de detención “Pozo de Banfield” y familiares de desaparecidos/as. Dicha inspección se realizó en el escenario de la causa conocida como “Brigadas”, donde la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires es querellante.
En esa causa, 16 represores son juzgados por delitos de lesa humanidad cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno de Avellaneda.
Mediante la realización de las obras de preservación llevadas a cabo por la Subsecretaría y por integrantes del Tribunal Oral Federal (TOF), por primera vez se pudo acceder al sótano del ex centro clandestino, y según testimonios este lugar era el destino para la detención y la tortura de las víctimas del terrorismo de Estado.
Pablo Díaz, quien pasó tres meses secuestrado en el Pozo de Banfield, recorrió el lugar junto con jóvenes nacidas allí; Díaz recordó datos sobre sus compañeros y compañeras secuestrados en lo que se conoció como La Noche de los Lápices.
“A los chicos los drogaron y les pegaron el tiro del final acá”, sostuvo Pablo Díaz al momento de encontrarse en el sótano que sigue con algunos piletones de agua tras haber estado inundado.
El sobreviviente recordó que cuando estaba detenido en la Unidad 9 de La Plata, se entrevistó con Carlos Sánchez Toranzo, un oficial de enlace entre el Primer Cuerpo de Ejército y el Ministerio del Interior que le dijo que “los pibes habían sido fusilados en el sótano” dos días después de que él (Pablo) empezara su periplo hacia la legalización. Además, contó que Sánchez Toranzo le dijo que “no habían sufrido porque les dieron el tiro en la nuca”.
Marta Úngaro, hermana de Horacio, uno de los chicos de La Noche de los Lápices, también estuvo en la inspección y les dijo a los tres integrantes del TOF presentes que “ustedes tienen la responsabilidad de la historia, la responsabilidad de hacer cesar el arresto domiciliario”, ya que pese al horror aún hay represores con prisión domiciliaria.